La cereza, un sector al alza
A la mayoría de leridanos pagar por ir a recoger cerezas les hace sonreír, dado que quien más, quien menos ha sudado tinta a 38 grados a la sombra en la recogida de la campaña de la fruta en algún momento de su vida. Y por supuesto también sonríen los payeses o temporeros que trabajan de sol a sol para el sustento familiar. Pero si lo miramos con perspectiva, el valor añadido a la producción agrícola de Lleida que ha comportado, y comporta, la promoción de los campos en flor del Baix Segre, Pla, Les Garrigues o Noguera son para rendir un homenaje a Aitona, que fue la primera en explotar esta promoción de la agricultura leridana y a todos los demás que han seguido su estela. Ahora, esta población del Segrià organiza dos jornadas para recoger cerezas en el marco de Fruiturisme y conocer y disfrutar de los productos locales de proximidad. El sector de la cereza no es de los más extendidos en Ponent, ya que solo tiene 988 hectáreas plantadas, de las cuales 795 son productivas, y la cosecha en Lleida no supera las 4.000 toneladas. Pero el interés por este sector crece, recordemos las Cherries Gourmet, cultivadas en los invernaderos de la empresa SAT Edoa, situada en Almacelles, que tras años de investigación llevaron a los cuatro fundadores de la empresa a encontrar una manera de cosechar las cerezas en marzo, cosa que las convierte en las más tempranas del mundo y de las más caras.
La generación perdida
Con Romería, película presentada por Carla Simón en el Festival de Cannes, la cineasta no solo cierra el ciclo de su historia familiar, de Alcarràs por parte materna, sino que la convierte en una forma de recordar a “esa generación perdida” de los ochenta en España a causa de la heroína y el sida. Los padres de la cineasta catalana fallecieron los dos a causa del sida provocado por su consumo de drogas y ella fue adoptada por sus tíos maternos, algo que contó en su primera película, Estiu 1993 (2017). Su infancia la completó con el mundo rural en el que vivió y creció su madre en Alcarràs, film en el que aprovechó también para reivindicar la agricultura y su vital importancia para la pervivencia de los pueblos. En este colofón de su búsqueda personal explica la historia de amor de sus padres, situada en Vigo, ya que su progenitor era gallego y esta ciudad también fue una de las más notorias en la denominada “movida” de los ochenta. El dolor y el tabú de la heroína y el sida golpearon a muchas familias en esos años, pero el silencio se impuso en la mayoría de casas por los prejuicios que existían sobre esta enfermedad. Simón, aunque no haya ganado en Cannes, logra con esta película remover las conciencias de una sociedad que dio la espalda a muchos jóvenes.