Lleida CF: quien mal anda, mal acaba
El Lleida CF, el club heredero de la histórica Unió Esportiva Lleida, está al borde de la desaparición tras fracasar las negociaciones con un grupo de inversores. La situación, que ya era muy difícil a principios de abril, cuando su presidente Luis Pereira dio la cara por última vez, se ha convertido en desesperada porque ha quedado patente que la deuda de casi 5 millones que arrastra es una losa muy pesada para que alguien quiera asumirla cuando el equipo juega en la Segunda RFEF, la cuarta categoría estatal, por lo que los ingresos que genera no son suficientes ni de lejos para equilibrar las cuentas. Esto hace que la ciudad esté a punto de perder por segunda vez en solo 14 años su club insignia de fútbol, con la diferencia de que en 2011 fue posible que una nueva entidad asumiera su plaza y ahora no. Precisamente, una de las cuestiones que hay que destacar es que se ha perdido la oportunidad de que Lleida volviera a estar en el escaparate del fútbol español a partir del nacimiento de un club sin deudas como era el Lleida Esportiu. Tras un inicio ilusionante, pronto quedó claro que la gestión de los hermanos Esteve, aparte de ser muy opaca, se basaba en ir haciendo grande la bola de la deuda, generando impagos con jugadores, Hacienda y Seguridad Social y llevando al equipo a perder un escalafón cuando la antigua Segunda B fue dividida en dos. La espiral descendente llegó al punto de que en la temporada 2021-22 el club ya hubiera desaparecido de no ser porque el empresario Luis Pereira, un gallego con residencia en Suiza y que tuvo un breve paso como jugador por la UE Lleida, asumió el mando a pesar de las trabas de los Esteve. De nuevo se generó ilusión, que todavía fue más efímera, porque el nuevo dueño no ha sido capaz de reflotar económicamente la entidad, de tejer complicidades con instituciones y empresarios locales ni de concretar la entrada de inversores foráneos. Así que se trata de un final que lleva a la práctica el dicho de que “quien mal anda, mal acaba”, y que contrasta con la buena gestión de otras entidades deportivas de la ciudad de primera línea, como el Força Lleida y el Llista Blava.
Reacción de perfil muy bajo
El presidente de la Generalitat optó el jueves por un tono muy bajo al valorar la sentencia que obliga a retornar al monasterio de Sijena las pinturas murales que están en el MNAC. Se limitó a señalar que el Govern no tiene voluntad de “obstruir” su cumplimiento, y que aunque le preocupa que puedan sufrir daños, hay técnicos que “creen que sí y otros no”, con lo que ponía en cuestión lo dicho por su consellera de Cultura. Ninguna institución está por encima de la Justicia, pero tampoco está obligada a acatar sus decisiones sin discrepar de ellas.