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Adiós a las hortensias: los jardineros piden dejar de plantarlas al considerarlas una batalla perdida

Sequías persistentes, noches tropicales y suelos hostiles condenan a las hortensias a una lenta desaparición, obligando a los jardineros a buscar alternativas más resilientes y sostenibles

Hortensias.

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Las hortensias, esas plantas conocidas por sus características flores en forma de bola y su abundante follaje, están experimentando un declive alarmante en los jardines españoles y europeos. Este fenómeno no responde a errores de cultivo por parte de los aficionados a la jardinería, sino que tiene su origen en una causa mucho más profunda: las hortensias ya no están adaptadas a nuestra realidad climática actual. La sequía persistente, la proliferación de enfermedades y los suelos cada vez más hostiles están provocando que estos emblemas de la jardinería tradicional tengan los días contados.

Los expertos en jardinería coinciden en señalar que estas populares plantas ornamentales se están convirtiendo en una opción cada vez menos viable. El cambio climático está transformando radicalmente las condiciones necesarias para su óptimo desarrollo.

El impacto del clima extremo sobre las hortensias

Las hortensias se caracterizan por sus enormes necesidades hídricas, un factor que se ha vuelto crítico con los veranos cada vez más calurosos y secos. Incluso con riegos diarios, estas plantas muestran signos evidentes de estrés: pétalos marchitos y hojas amarillentas o quemadas. El calentamiento global actúa como un golpe definitivo para estas especies, tradicionalmente adaptadas a climas templados y húmedos.

Las noches tropicales, cada vez más frecuentes en España, impiden que las plantas se recuperen durante las horas nocturnas, generando un estrés hídrico permanente. Las raíces no consiguen oxigenarse adecuadamente y los tallos pierden firmeza. En regiones mediterráneas la situación es especialmente dramática, pero el problema se extiende ya a zonas tradicionalmente más húmedas. En regiones del norte, jardineros observan hojas completamente quemadas desde principios de verano.

El dilema de la ubicación y el riego

Una recomendación habitual para proteger las hortensias ha sido trasladarlas a zonas sombreadas. Sin embargo, esta solución resulta insuficiente ante el verdadero problema: la sequedad ambiental. Incluso protegidas del sol directo, estas plantas sufren por la falta de humedad en el aire. Este fenómeno se agrava especialmente en las zonas mediterráneas, pero ya no respeta fronteras climáticas tradicionales.

El exceso de riego, lejos de solucionar el problema, puede agravarlo significativamente. Un aporte excesivo de agua favorece la aparición de hongos patógenos y puede provocar asfixia radicular. Se genera así un círculo vicioso: cuanto más se intenta compensar con agua la falta de condiciones adecuadas, más se debilita la planta. Enfermedades como el oídio o el botrytis encuentran en estas condiciones de estrés el caldo de cultivo perfecto para proliferar.

Síntomas de deterioro que pasan desapercibidos

Las hortensias muestran signos inequívocos de sufrimiento que muchos jardineros no saben interpretar correctamente. Entre los indicadores más evidentes se encuentran las hojas crispadas y secas, similares al papel secante, las flores que pierden su intensidad cromática pasando de azules vibrantes a tonos apagados, y los tallos que se curvan incapaces de mantener su porte erguido.

Muchos aficionados atribuyen erróneamente estos síntomas a la falta de abono o a podas incorrectas, cuando el verdadero responsable es el cambio en las condiciones climáticas. Esta confusión lleva a soluciones inadecuadas que no abordan el problema de fondo. Incluso las variedades teóricamente más resistentes, como las paniculatas, están mostrando signos de vulnerabilidad ante las nuevas condiciones meteorológicas.

Por qué las soluciones provisionales no funcionan

El mercado ofrece numerosos productos "anti-estrés" para plantas, pero estos no pueden recrear las condiciones climáticas necesarias para el desarrollo óptimo de las hortensias. 

Algunas técnicas como el acolchado grueso o la instalación de sistemas de nebulización representan esfuerzos considerables con resultados generalmente decepcionantes. La realidad es que adaptar estas plantas a las nuevas condiciones territoriales resulta prácticamente imposible en muchas regiones.

Alternativas viables para los jardines contemporáneos

Ante esta situación, los profesionales del sector están promoviendo una renovación silenciosa del catálogo de plantas recomendadas. Las lavandas, los ceanotos y las perovskias emergen como alternativas viables, no solo en zonas tradicionalmente secas. Incluso en regiones históricamente húmedas como Normandía, los expertos aconsejan gramíneas resistentes y plantas del género sedum, caracterizadas por su bajo consumo hídrico.

Estas alternativas no solo sobreviven en condiciones adversas, sino que pueden prosperar con mínimos cuidados, representando una opción más sostenible para los jardines contemporáneos. La tendencia se orienta hacia especies que se mueven con el viento en lugar de aquellas que dependen excesivamente de la lluvia o del riego artificial.

¿Qué son las hortensias y por qué fueron tan populares?

Las hortensias (Hydrangea spp.) son arbustos ornamentales originarios principalmente de Asia, aunque algunas especies proceden de América. Se caracterizan por sus llamativas inflorescencias en forma de bola, con colores que varían según la acidez del suelo, principalmente entre azules, rosas y blancos. Durante décadas, estas plantas se convirtieron en elementos emblemáticos de jardines tradicionales europeos gracias a su espectacular floración y relativa facilidad de cultivo en climas templados y húmedos.

Su popularidad alcanzó su máximo esplendor durante el siglo XX, cuando se convirtieron en un símbolo de jardines bien cuidados y elegantes. Particularmente apreciadas en regiones como Galicia, Asturias, País Vasco o Cantabria, donde las condiciones climáticas favorecían su desarrollo óptimo, las hortensias llegaron a formar parte del paisaje cultural de muchas regiones españolas.

¿Tienen futuro las hortensias en la jardinería española?

El futuro de las hortensias en nuestro país parece estar limitado a zonas muy específicas donde se mantengan las condiciones de humedad y temperaturas moderadas que estas plantas necesitan. Es probable que pasen de ser plantas comunes a convertirse en especies de cultivo excepcional, reservadas para microclimas particulares o para jardineros dispuestos a realizar un esfuerzo extraordinario para mantenerlas.

Los profesionales del sector recomiendan una transición hacia un modelo de jardinería más adaptado a la realidad climática actual, lo que implica renunciar a plantas con altas exigencias hídricas. Esta transformación, aunque dolorosa para muchos aficionados, representa una oportunidad para descubrir nuevas especies y crear jardines más resilientes y sostenibles.

¿Cómo identificar si nuestras hortensias están sufriendo por el clima?

Los jardineros pueden reconocer si sus hortensias están padeciendo estrés climático observando varios síntomas característicos. Las hojas que se curvan hacia arriba o se encogen, adquiriendo una textura parecida al papel, son un indicador claro. También resulta revelador el cambio en la coloración de las flores, que pierden intensidad y viran hacia tonos apagados, así como el debilitamiento general de la planta, con tallos que pierden firmeza.

Otro signo preocupante es la floración reducida o inexistente, a pesar de realizar las podas correctamente. Si estos síntomas aparecen a pesar de mantener un riego adecuado, probablemente estemos ante un problema de inadaptación climática más que ante errores de cultivo, lo que debería llevarnos a reconsiderar la viabilidad de estas plantas en nuestro jardín particular.

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