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El Santa Maria ingresa en un año a más de 450 personas para su desintoxicación

El número de adictos hospitalizados baja por primera vez desde el confinamiento

Un  de la Associació d’Alcohòlics Rehabilitats de Lleida es atendido en la sede de la entidad por Eva Mazas, trabajadora social. - JORDI ECHEVARRIA

Un de la Associació d’Alcohòlics Rehabilitats de Lleida es atendido en la sede de la entidad por Eva Mazas, trabajadora social. - JORDI ECHEVARRIA

Laia Berenguer
LLEIDA

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El Hospital Santa Maria de Lleida registró en el último año 461 hospitalizaciones por desintoxicación, un 13,5% menos que en 2023, con el alcohol como la sustancia más común entre los adictos. También bajaron un 16,6% las urgencias, aunque el centro advierte de que la adicción sigue siendo una enfermedad estigmatizada e infradiagnosticada.

Un total de 461 personas fueron hospitalizadas para recibir tratamiento por desintoxicación a lo largo de 2024 en el Hospital Universitari Santa Maria de Lleida. De estas, 315 eran hombres y 146, mujeres. Se trata de un descenso del 13,5% con respecto al año anterior, ejercicio que se cerró con 533 ingresados (355 hombres y 178 mujeres). El pico de hospitalizaciones de los últimos cinco años se produjo en 2021, con 597 casos. “Las personas que hospitalizamos en nuestro centro es porque tienen la voluntad de iniciar un tratamiento de desintoxicación”, explica el doctor Jordi Blanch, director de los servicios de Salud Mental y Adicciones del Hospital Santa Maria. “El hecho de ingresar es importante, ya que el síndrome de abstinencia puede llegar a ser muy grave, especialmente en personas adictas al alcohol o a la heroína”, apuntó. Asimismo, “nuestra comunidad terapéutica sirve para la deshabituación, para aprender a vivir el día a día sin pensar en consumir”, asegura Blanch.

Paralelamente, el servicio de urgencias del Hospital Santa Maria atendió a 322 personas en 2024, entre ellas, 224 hombres y 98 mujeres. Con respecto al año anterior, 2023 (que cerró con 386 urgencias) estas cifras suponen un descenso del 16,6%. Cabe destacar que la franja de edad en la que se registraron más atenciones urgentes en el último ejercicio es, con notable diferencia, de los 31 a los 50 años (186 urgencias entre ambos géneros); seguida de los 51 a 65 años (con 69); y de los 19 a los 30 (con 59). El pico de casos de los últimos cinco años tuvo lugar en 2023, cuando se registraron 386 urgencias. En concreto, en este departamento, “vienen intoxicados –muchas veces, de la mano de la policía por haber causado disturbios–, o personas cuyas enfermedades mentales se han visto descompensadas o agravadas debido al consumo de alcohol”, explica Blanch. Finalmente, las atenciones en consultas externas o ambulatorios se situaron en 5.029 en 2024, cifra que descendió un 29% en un año (en 2023 fueron 6.987).

“Con diferencia, la droga con más adictos entre los pacientes que atendemos es el alcohol”, apunta. Asimismo, remarca que el alcohol “también es la más consumida por la población. Si bien la nicotina también genera dependencia, no es tan problemática”. También trabajan con adictos a la heroína, al cannabis o a la cocaína, aunque en menor medida.

En términos generales, “a partir de la irrupción del covid-19, observamos un incremento de los casos, tanto por lo que respecta a hospitalizaciones, como a atenciones en urgencias”. En 2021, “empeoraron bastantes trastornos, porque mucha gente sufrió más de lo normal con el confinamiento y otros aspectos que trajo consigo la pandemia”, argumenta el doctor. Ligado a este hecho, en los servicios de Salud Mental y Adicciones del Hospital Santa Maria “también detectamos muchos más casos de conductas autolesivas en adolescentes” en esa época, aunque parece que “la tendencia vuelve a la baja”, igual que la del consumo de drogas a partir de 2024, según su director. En contraposición, los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA), siguieron la tendencia general y, en cambio, “los casos han seguido creciendo, y estamos igual o peor que durante la pandemia”, constata Blanch.

Los profesionales de la salud categorizan las adicciones como una enfermedad. Sin embargo, debido al estigma que envuelve a estas y a las personas afectadas, los datos mencionados pueden ser tan solo “la punta del iceberg del problema”, advierte Blanch. Además, sostiene que, para un adicto, es difícil “valorar el riesgo que conlleva el consumo y, cuando se da cuenta, ya es tarde (surgen problemas médicos, accidentes de tráfico, conflictividad doméstica y/o laboral)”. En definitiva, la situación reduce su a tratamiento. “Aunque un adicto sea consciente de su problema, debe dar el paso de pedir ayuda”, explica Blanch, quien añade: “en cuanto acuden a nosotros, intentamos atenderlos directamente”.

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